A la hora de escoger un smartphone tenemos diferentes opciones: podemos escoger entre diferentes tamaños de pantalla, entre diferentes fabricantes, entre diferentes hojas técnicas…
Y una de las muchas ofertas del mercado es Apple
con sus iPhone; dispositivos enfocados a la gama alta que cuentan con un
sistema operativo del mismo fabricante. Como con los Nexus, pero con la
diferencia de que sólo Apple puede utilizar su sistema, no permite que otros
-como ocurre con Android o con Windows- lo puedan utilizar sin más.
No tener que adaptarse a este batiburrillo de
componentes tiene sus ventajas y sus inconvenientes, pero hoy no hemos venido a
hablar de eso. Hoy he venido a hablar de mi libro
cuáles son esas diferencias que notas cuando utilizas un y otro dispositivo,
cómo notas los cambios en la forma de trabajar de ambos, después de utilizarlos
indistintamente durante un buen tiempo.
El control sobre las aplicaciones
En iOS, cada vez que una aplicación
quiere hacer algo, tiene que pedirte permiso para ello, y además explicarte
para qué va a usar ese permiso. Por ejemplo, cuando una aplicación
quiera acceder a nuestra ubicación para situarnos en el mapa. Este permiso
también se puede determinar según estemos utilizando la aplicación o no;
siguiendo con el ejemplo, la aplicación puede tener permiso para acceder a
la ubicación en todo momento o sólo cuando la estemos utilizando.
En Android hemos tenido que esperar a
Marshmallow para ver llegar los permisos a la carta, algo que los usuarios
llevamos pidiendo a gritos varios años y que hemos tenido que hacer con apaños
hasta ahora. Ya no hablemos de escoger cuándo queremos que la aplicación pueda
usar esos permisos, pero por lo menos ha dejado de ser un “todo o nada” entre
nosotros y los desarrolladores.
Las librerías de los desarroladores
Hablando con algunos
desarrolladores de aplicaciones reputadas podemos llegar a la conclusión de que
iOS ve llegar mejores aplicaciones, pero también ocurre a la inversa;
algunos desarrolladores comentan que las novedades llegan antes a Android
porque el sistema les da
más libertad, más espacio para integrarse y desarrollar nuevas
funciones.
Un buen ejemplo de esto está en WhatsApp Web, la versión de escritorio de WhatsApp
que utiliza nuestro móvil como puente entre ordenador y servidores. Llegó a Android mucho antes que a iOS
por las limitaciones que Apple establece sobre las aplicaciones, limitaciones
que no permitieron usar el mismo método que se utiliza en Android, aunque el
equipo de WhatsApp terminó dando soporte a la característica con otras vías que
sí permite Apple.
Las actualizaciones del sistema
Hace poco Apple estrenó
iOS 9.3, con Night Shift y otras mejoras que no vienen al caso. En la
conferencia Apple comentó que la actualización llegaría ese mismo día a los
usuarios, y se cumplió: si lo anunciaron a las 6 de la tarde, por la noche ya estaba llegando vía OTA
a los usuarios. Metieron la pata hasta el fondo con el fallo de los enlaces y
el parche también llegó para todos pronto, sin hacer esperar a unos más que a
otros.
No os estoy contando nada
nuevo al hablar de la fragmentación en Android, pero sigue siendo muy
deprimente ver que sólo
los Nexus actualizan al mismo ritmo, y porque estamos hablando de
Google. Por no hablar de la escasa cuota de adopción de Marshmallow, aunque ya
estemos hablando de la actualización que vendrá con Android N. Y por no hablar
de las implicaciones que esto tiene en apartados como la seguridad, secciones
que necesitan actualizaciones a un ritmo constante.
La proactividad de Google Now
Siri responde a nuestros comandos de una
manera estupenda: es capaz de realizar funciones cambiar
ajustes de una forma más rápida que acceder a cada sección, puede hacer
búsquedas, contarnos chistes… un asistente virtual muy efectivo que siempre
está disponible -en algunos iPhone-, y el reconocimiento de voz sorprende mucho
con el paso del tiempo.
La cuestión, y la
principal diferencia con Google Now, es que Siri sólo funciona si nosotros se
lo pedimos. Siri no es capaz de anticiparse a nuestras acciones y darnos la
información que necesitamos antes de necesitarla. Y eso es algo que Google
Now hace de manera excelente, funcionar
de forma proactiva.
La integración entre móvil y PC
Apple cuenta con la
ventaja de también diseñar los Mac, tener su propio ecosistema con dispositivos de toda clase,
y lo han explotado de una forma notable. Enviar cualquier archivo o texto
de un dispositivo a otro, realizar llamadas y enviar SMS desde el portátil sin
dolores de cabeza, sincronizar los recordatorios o las notas cifradas… todo sin
depender de aplicaciones, integrado
en el sistema operativo.
Windows también está
integrando del mismo modo ordenador y móvil, llegando al siguiente nivel con
Continuum, y mientras en
Android no nos encontramos casi ningún esfuerzo por parte de
Google para hacerlo. A pesar de tener Chrome, un navegador utilizado por
los internautas de todo el mundo, no lo aprovecha y encima se da el lujo de
matar proyectos que caminaban en esa dirección.
Un sólo botón contra una barra de navegación
En iOS la navegación gira alrededor del botón central; ese
botón tiene hasta cuatro
usos según la manera que lo pulsemos. Las aplicaciones utilizan
una barra inferior para dividir la aplicación y podemos volver a la aplicación
anterior con un botón en pantalla si una aplicación nos ha llevado a otra.
Mientras, en Android la barra
de navegación es la encargada de hacerlo, contando con tres
botones que equivalen a otras cuatro funciones. Es más fácil volver atrás en
cualquier situación, aunque aspectos como la multitarea son otra historia. Al
final es cuestión de gustos, y adaptarse a cada una es cuestión de días.
Un mercado de aplicaciones más cuidado
Publicar una aplicación en la App Store no es una tarea
sencilla: los desarrolladores tienen que pagar 100 dólares por inscribirse, y
todas las aplicaciones que se vayan a publicar pasan por una revisión manual por un equipo de la App Store.
Se trata de un sistema controvertido que siempre ha provocado polémica entre
los desarrolladores, y que también hace las actualizaciones de aplicaciones más
lentas al tener que ser aprobadas antes.
Sin embargo, esta especie de filtro permite tener un mercado de aplicaciones más cuidado que
la competencia, donde los usuarios tienen menos probabilidad de
verse en apuros y con mayor calidad a la hora de buscar aplicaciones. Mientras,
Android no cuenta con filtros tan restrictivos en Google Play, limitándose a
unas guías de qué está prohibido y ciertas barreras de protección contra
amenazas a la seguridad del sistema.
El Play Store no es un camino de
rosas para los desarrolladores. Repasamos las aplicaciones prohibidas en Google
Play.
Poder instalar las aplicaciones que queramos, sin más
Sin embargo, en iOS la única forma de instalar aplicaciones
es la App Store -sin recurrir a métodos tipo Jailbreak-. No
podemos coger una aplicación e instalarla sin más, algo que permite que Apple
tenga siempre el control sobre qué podemos instalar en nuestro teléfono, o no
instalar. Porque sí, Apple ha aprovechado alguna vez esta política para
beneficiar a sus productos ante la competencia, alegando que las aplicaciones
“duplicaban las funcionalidades del sistema”.
Mientras, a Google pueden no gustarle muchas aplicaciones y no
permitir su publicación en Google Play, pero los usuarios sólo tienen que
descargar e instalar el APK por ellos mismos para hacerlo igualmente. Esto ha
hecho que existan aplicaciones que no están en Google Play y son igual de
imprescindibles que las aplicaciones que sí están en el mercado de
aplicaciones. En otras palabras, tenemos la libertad para escoger qué queremos instalar sin filtros,
algo que también puede ser peligroso mal aprovechado.
Os traemos unas cuantas
aplicaciones que no están en Google Play, y que se han ganado el puesto de
imprescindibles en los smartphones de muchos.
¿Cuál de los dos sistemas operativos gana la batalla?
Si después de esa imagen
clónica os esperábais un veredicto definitivo que se pasara por el forro este
artículo y generara polémica, no lo vais a encontrar. Cada sistema operativo
tiene sus peculiaridades, sus puntos fuertes y sus límites. Y la idea es que
cada uno valore los pros y contras de cada teléfono, y se quede con el que más
se adapte a sus necesidades. Casarse
con una marca es, y siempre ha sido, una absoluta tontería.
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